Monday, May 5, 2014

nerve

Tarde, como extraño en su vida; de un poco más al noroeste del continente, otra sensual lengua extranjera, predecesora del inglés que le encanta, llegó a sus ojos, a sus oídos, a sus miedos.

Todo un alboroto implicó su llegada, la sociedad como le diría más adelante no está acostumbrada a tratar con lo distinto; aunque de un poco más evolucionado pensamiento, es parte de un conglomerado de desidia, miseria y conformismo, donde cualquier figura que no se ajuste a estos parámetros y margenes es objeto de habladurías y chismes en su entorno.. Y es que su peculiaridad le hacía presencia, eso fue lo que notó y al parecer muchas personas también.

Sus juicios los había dejado de paso, cuando fuere protagonista de ellos, y aún cuando fuesen ciertos no permitía que nadie se inmiscuyera en sus asuntos. Lo mismo aplicaba en adelante para todas las personas que conociera, llegarán o no a ser cercanas. Así que, un juicio no fue la razón de su opinión, de permitirse enamorarse, ni de autoreprimirse al sentirse menos por las experiencias que haya podido tener; más bien trató de cultivar una relación de amistad, pero la actitud, la vestimenta, la música que escuchaba le indicaron avanzar. Aún así mantenía la idea de ir directamente a la fuente —como debía ser— a verificar lo que ya habían predestinado sus sueños. 

El miedo lo contuvo un par de semanas, los sueños incrementaban, sorteaban preguntas y respuestas, se volvieron bilingües, ya en su interior sabía que debía hacerlo, sólo esperaba el momento preciso; el mismo momento preciso que tal vez le hizo perder muchas oportunidades en el pasado y que lo convirtieron en cobarde. Finalmente sus labios soltaron:

—Tengo que hablar contigo 
—Sí, ¿de qué? 
—Luego te digo. 
Había logrado mucho.

Un día le encontró, le saludó, una conversación vaga y basta y se fue. «Vuelve, es ahora o nunca» repitió su alma una y otra vez.

Se armó de valor y regresó:
—¿De qué es lo que querías hablarme?
—Precisamente por eso estoy aquí.

Aprovechó mientras desocupaba su atención de unos quehaceres, fumar un cigarrillo intentando calmar su pulso:
—Es algo personal y no quiero que me juzgues, ni sientas que yo lo hago...

Allí le interrumpió se preguntó y se respondió a sí mismo, quedó parcialmente en shock. Sus sueños quedaron en sueños, salvo algunas cosas que pudo rescatar de ellos. Agradeció su sinceridad. Fumó otro cigarrillo con el mismo fin ahora aunado el enrrojecimiento de su rostro.

Negativa su respuesta, como extraño en su vida.